ACTIVACION DEL CASTILLO DE " LOS LUNA " EN MESONES DE ISUELA. |
Por Crist�bal
Guitart Aparicio. Mesones es uno de los varios pueblos ribere�os del Isuela, r�o que se re�ne con el Aranda para afluir juntos al Jal�n, siendo preciso no confundirlo con su hom�nimo, el r�o de la ciudad de Huesca. Como todas las riberas de dicha cuenca, se presenta florida en huertas y �rboles frutales, encontr�ndose Mesones a unos 70 kil�metros al suroeste de Zaragoza. La impresi�n que produce el castillo de Mesones es inolvidable: el pueblo queda empeque�ecido a la sombra de aqu�l, que destaca orgullosamente sobre una cresta rocosa de superficie relativamente llana, y de su magnitud dan idea los 80 y 35 metros que miden los dos lados de su planta, rigurosamente rectangular. La rigidez del conjunto se suaviza por seis torreones cil�ndricos, uno en cada �ngulo m�s otro en el centro de los lados mayores, sorprendiendo que solamente uno de ellos se destaque en altura de la uniforme cota del recinto amurallado, se�al inequ�voca de que el castillo no se termin�. Con muros de dos metros de espesor, el ignorado art�fice de esta colosal obra debi� trabajar para la eternidad, pues ha resistido seis siglos de abandono integral. Por sorprendente que pueda parecer, apenas fue utilizado desde que, en 1382, muri� su propietario y constructor, el arzobispo don Lope Fern�ndez de Luna, due�o por herencia familiar de varios se�or�os en la comarca, que pasaron despu�s a los condes de Aranda. Como consecuencia, se nos presenta intacto. El edificio es una perfecta fusi�n entre la fortaleza militar y la mansi�n nobiliaria, es decir, es un genuino castillo-palacio, y tal vez por prurito aristrocratizante, el arzobispo desde�ar�a el ladrillo y el mud�jar, tan frecuente en la cuenca del Jal�n, para preferir la piedra sillar y el arte g�tico, lo cual lo individualiza en la zona, siendo innegable su similitud con castillos italianos de su tiempo, otro dato m�s que acent�a su exotismo en Arag�n. El recinto rectangular se divide en dos por un muro inconcluso. Franqueada la puerta -que conserva el escudo de la media luna-, el primer recinto se destinar�a a soldados y servicios; en una de las torres se aloj� la capilla, cubierta por una rica c�pula mud�jar, adornada por figuras de santos. En el segundo recinto se habilitaron pabellones residenciales adosados a la muralla exterior, que conservan detalles g�ticos, b�vedas y los arcos diafragmas que soportaban los techos. Destaca la sala alojada dentro de la torre mayor, que se distingue externamente por su talud tronco-c�nico, y que evidentemente no se concluy�, pues no rebasa la altura general del castillo. |
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