Belleza de la Sagrada Imagen

Siempre que contemplamos la preciosa escultura de nuestro Santo Cristo no embarga una inefable admirac�n. Los detalles sorprenden a los conocedores de la anatom�a humana y los artistas gozan en el examen de conjunto. Ya en el siglo XVII el Muy Reverendo padre Felipe Aranda, escribi� que el Santo Cristo de calatorao es tan conforme al original y tan sobre todo esfuerzo del arte que s�lo su vista persuade de la autenticidad de la tradici�n de haber sido formado por manos angélicas. El P. Alberto Faci es del mismo parecer y a idéntica conclusi�n llega también el P. Ignacio March, en unos famosos sermones que predic� en Calatorao en 1708 y 1709. "Muchas imágenes he visto de Cristo, dec�a, y las más celebradas en Espa�a, como la de Bugos, Zaragoza, Pamplona, Ribota, Balaguer, Pons, Igualada, Manresa, etc; pero ninguna me merece tan natural, ninguna que tenga el rostro tan benigno y tan amable, ninguna como ésta de Calatorao tan digna de ser vista una y muchas veces. Siempre tendréis algo a admirar en este hermoso semblante, viva imagen de Cristo".

Las espinas de la corona atormentando a�n la sagrada cabeza. La estatura tan proporcionada. La distribuci�n de los mienbros tan perfecta. Las venas y arterias minuciosamente dibujadas. Los nervios y tendones violentamente estirados. Las articulaciones y protuberancias visiblemente marcadas. El color trigue�o oscurecido por el tiempo y el humo de las velas. El piadoso semblante con expresi�n sublime de dolor resignado, en el momento de exhalar el �ltimo suspiro. Los labios de amortiguado carm�n. La lengua que apenas se asoma para articular palabras de perd�n y cari�o. Los apacibles ojos lánguidos y vidriados. La sangrante herida de su pecho rasgado. Las bienhechoras manos y los pies maravillosamente cincelados. La carne arrugada sobre el clavo en que descansa todo el peso del cuerpo. Entre el dedo pulgar e �ndice de ambos pies se distinguen las dos venas interiores, y hasta en las plantas se notan los ligamentos naturales. Don Manuel G�mez Moreno ha escrito que "El imponente cristo de Calatorao es quizá , el mejor de su tiempo".